La prevención y abordaje temprano de los problemas visuales es conveniente no sólo en los niños sino también en los adultos.
Vivimos en una sociedad en la que hacemos un uso excesivo de nuestra visión en la distancia de cerca. Por eso es fundamental desde la adolescencia la corrección de defectos visuales que puedan dificultar nuestro trabajo a la distancia media y corta, como son hipermetropías ó astigmatismos.
Por otro lado nos encontraremos con más cantidad de miopes en los que el trabajo en la corta distancia va miopizando cada vez más: en la mayoría de los casos estas miopías irán en aumento incluso hasta los 40 años.
A partir de esta edad comenzamos con la presbicia o vista cansada. Empieza poco a poco, sin al principio darnos cuenta. Pero llegará un momento en el que la borrosidad en actividades cotidianas de cerca, como leer, el móvil o ensartar una aguja, nos dé la señal de alarma. Podemos compensar esta dificultad con el uso de lentes monofocales para cerca, de lentes progresivas o de lentillas multifocales.
Es en el adulto mayor donde debemos estar también muy atentos a su salud visual ya que la probabilidad de padecer enfermedades oculares como glaucoma, cataratas, trastornos vasculares retinianos ó DMAE, aumenta exponencialmente con los años. Por ello son importantes las revisiones periódicas y los exámenes complementarios.