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El ojo seco, un problema visual que va en aumento.

Ser mujer, cumplir años o el uso frecuente de los dispositivos electrónicos serán factores que favorezcan la aparición de esta patología.

 

El ojo seco se caracteriza por la inestabilidad de la película lagrimal en la superficie ocular y produce síntomas que van desde el enrojecimiento, quemazón y sensación de arenilla o cuerpo extraño, hasta la visión borrosa. Puede ser un ojo seco evaporativo, hay lágrima suficiente pero se pierde; o un ojo seco por baja producción del componente acuoso. Se trata de un proceso inflamatorio que empeora progresivamente.

 

Se ve favorecido por factores como padecer algunas enfermedades autoinmunes (Sd. Sjogren por ejemplo), tomar determinados fármacos (antidepresivos, ansiolíticos…), y en personas operadas de cirugía refractiva. El uso excesivo de pantallas digitales, tan frecuente en los tiempos que corren, también ayuda a la aparición del ojo seco: en este caso tendemos a parpadear menos, a hacerlo de forma incompleta y a mantener los ojos más abiertos. Si el paciente es usuario de lentes de contacto, empeora la situación, sobre todo si lleva mucho tiempo con lentillas. Hay que utilizar materiales adecuados e idóneos que impidan la deshidratación del ojo.

 

El tratamiento pasa por evitar situaciones que favorezcan la aparición de síntomas, siendo mejor entornos laborales y de ocio bien ventilados y sin polución. Favorecer la higiene parpebral utilizando toallitas, espuma o lavados, y parpadear de forma correcta y frecuente. Tomar la dosis mínima necesaria, y recomendada por su médico, de medicamentos que empeoran el ojo seco, con el apoyo de terapias psicológicas en los casos de episodios depresivos o de ansiedad. Modificar la dieta para hacerla más sana y equilibrada, añadiendo ácidos grasos omega 3 y más cantidad de agua. Y los lubricantes oculares. Los hay de distintas composiciones, de distintas formas de aplicación y de distintos formatos (unidosis o monodosis).

 

Si hablamos de salud, la prevención es nuestro mejor aliado. Y la detección precoz, que nos permite poner remedio antes de que el daño sea mayor. Revisemos nuestra vista con periodicidad, incluso aunque nos parezca que vemos bien y que no tenemos ningún problema. Sólo un profesional de la visión podrá confirmarlo.

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