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La diabetes es una enfermedad sistémica que puede tener graves repercusiones oculares

Tanto el tipo 1, por su aparición más frecuente en niños o en adultos jóvenes, como el tipo 2, por su mayor prevalencia, han de ser controladas muy de cerca para evitar complicaciones tanto a nivel general como en la visión.

 

La diabetes es una patología sistémica (afecta a todo nuestro organismo) y crónica (se prolonga en el tiempo). Se manifiesta por el exceso de ingesta de comida (polifagia), de líquidos (polidipsia) y de emisión de orina (poliuria), con pérdida de peso que de entrada no tiene justificación. Estos síntomas suelen ser más claros en la diabetes tipo 1. En cambio en el tipo 2 hay un alto porcentaje de casos que no se diagnostican, por lo que la enfermedad avanza silenciosa y hay personas que no saben que la tienen.

 

La diabetes se produce cuando el páncreas no produce insulina, o cuando la que produce es insuficiente, o cuando las células son resistentes a su efecto. La consecuencia inmediata es que el azúcar se acumula en la sangre. Este azúcar se llama glucosa, que es una fuente de energía para nuestro cuerpo pero que en exceso produce la enfermedad.

 

Los ojos son un órgano especialmente sensible a las alteraciones derivadas de la diabetes. Unas son metabólicas  produciéndose cambios en el cristalino, incluso cataratas, y modificaciones repentinas en la graduación. Las alteraciones en el tejido de la retina como consecuencia de los procesos vasculares que tienen lugar, producen la llamada retinopatía diabética, que es una de las causas más frecuentes de pérdida de visión en la población adulta menor de 65 años.

 

La extravasación de líquidos y grasas en los pequeños vasos (capilares) así como hemorragias o formación de nuevos vasos son los signos que podemos encontrar, visibles al explorar la retina. Producirían un deterioro progresivo. El edema de mácula (acúmulo de líquido en la zona de máxima visión) generaría una presentación aguda del proceso. A nivel general la diabetes puede ocasionar trastornos cardiovasculares, renales o conducir a la amputación de miembros.

 

Un paciente diabético podrá preguntarse: ¿cómo sé entonces si tengo alteraciones visuales? Como hemos comentado anteriormente, hay procesos visuales que son progresivos, como la opacidad en el cristalino o cataratas, o la afectación inicial de la retina. La pérdida de visión será por tanto gradual, de hecho al principio el paciente no notará ningún síntoma. En cambio si tiene lugar un edema de mácula la pérdida de visión se presentará de forma brusca y con un rápido deterioro.

 

El enfermo diabético debe revisar su sistema visual por lo menos una vez al año, o cada seis meses si empiezan a aparecer síntomas oculares. En consulta podemos incluso visualizar signos que nos lleven a pensar que hay una diabetes en un paciente todavía no diagnosticado.

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