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La visión en la conducción

Cuando salimos de viaje, de la misma manera que comprobamos el vehículo y consultamos la ruta, deberíamos hacer una revisión visual. El 85% de la información sensorial la recibimos a través del sentido de la vista.

 

Este verano nos pondremos en carretera muchos conductores para disfrutar de unos días de vacaciones. Tres son los factores que van a influir en nuestro viaje: el estado del coche, de la carretera y de la visión del que pilote el vehículo. Al conducir es muy importante llevar la corrección visual adecuada y saber si sufrimos alguna enfermedad ocular que limite nuestra conducción: cataratas, glaucoma con campo visual reducido, retinopatía diabética, etc. Si nos deslumbramos en exceso al conducir de noche o si la visión es borrosa, podemos tener un defecto visual no corregido, o corregido inadecuadamente.  Estos defectos visuales pueden ser astigmatismo, hipermetropía o miopía.

 

La conducción podemos realizarla de día o de noche, con condiciones de luz muy diferentes. La conducción diurna se realiza con buena iluminación, lo que se conoce como visión fotópica. En ella intervienen unos receptores de luz llamados conos que se activan cuando el nivel de luminosidad es alto, y con los que podemos alcanzar una muy buena calidad de visión, siendo además especialistas en la visión del color. La conducción nocturna se realiza en bajas condiciones de iluminación y se denomina visión mesópica. Con esta insuficiente luz perdemos agudeza visual, calidad en la percepción del color y campo visual. Son los bastones las neuronas responsables de este tipo de visión, sin capacidad de ver ni procesar el detalle pero permitiendo que nos adaptemos a la falta de luz, y que distingamos el movimiento y la forma  gruesa. Tanto los conos como los bastones son neuronas receptoras de luz ubicadas  en la retina.

 

En la conducción es importante tener buenos y rápidos reflejos. Y una buena hidratación ocular. Para ambas condiciones es fundamental el descanso. Durante el rato que estamos detrás del volante, la necesidad de concentración hace que el parpadeo sea menos frecuente, con la consiguiente disminución de la calidad de visión y las molestias propias del ojo seco (pinchor, escozor) por la falta de lágrima en la superficie ocular. Al detenernos un rato a descansar podemos recuperar la frecuencia del parpadeo y volver a hidratar nuestros ojos, además del efecto beneficioso del descanso sobre nuestros reflejos.

 

No olvidemos que la conducción es una acción que debemos hacer en plenas facultades, y que todas las capacidades visuales juegan un papel fundamental. Antes de salir en carretera, revisemos nuestro coche pero también nuestros ojos.

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